
DEDICATORIA
A
Dios y a mis padres que me ayudan a
seguir adelante dia a dia me acompañan en mis logros como también en mis
fracasos, como también gracias al docente que cada clase nos ayuda a cada una
de las mujeres que esta lo más mínimo de las acciones de los hombres tiene
escondido un Micromachismos el cual es necesario reconocerlo.
violencia masculina
Índice
Introducción
Objetivos: general y específicos
Capítulo I: génesis o
evolución de la violencia
1. Formación de los hombres violentos
Capitulo II: violencia masculina
1. Violencia contra la mujer
2. Clases de violencia
3. Ciclos de la violencia
Capitulo III: actitudes del sexo masculino
ante la violencia
1. Culpabilizacion
2. Mitos sobre la violencia Negar que sea una
persona violenta
Capitulo IV: acciones a realizar
Introducción
Desde años atrás nuestra sociedad ha vivido dentro de un
caos, ya que los resultados estadísticos del estado solo muestran lo que
quieren mostrar, manifiestan que los países han aumentado en población, que la
economía ha aumentado pero sin embargo la equidad no existe para cada persona
hay familias que dia a dia mueren por hambre, por enfermedades, por violencia
en las familias pero esos problemas parece no importarle al estado ya que no
contribuye para que estos sean modificados positivamente.
La violencia que los hombres ejercen en las familias es
uno de los grandes problemas que acarrean todas las sociedades pero nadie lo
toma interés ya que una víctima solo lo da a conocer cuando esta violencia ha
llegado a sus límites de la violencia que es la violencia física, ya que para
que esta suceda tiene que haber existido muchas clases de violencia que la
sociedad es una de las claves contribuidoras que se de la violencia, en el
sentido que desde el momento de la concepción de un nuevo ser los diferencia en
que es lo que un hombre debe de hacer y qué es lo que una mujer debe de hacer
simplemente basándose en el sexo de estos.
Debido a la no preocupación de los servicios encargados
de la defensa de la mujer y la contribución de los esteriotipos que tiene la
sociedad dia a dia aumenta la morbimortalidad de las mujeres de todas las
edades, y por diferentes causas.
objetivos: general y específico


Capítulo I
Génesis o evolución de la violencia
Las actitudes negativas
se dan dia a dia en las cada actitud vivencial, la forma de pensar, sentir, entender el mundo, y el
comportamiento peculiar de cada individuo .hombres y mujeres .tienen lugar
mediante procesos que ponen en juego características biológicas y genéticas
en relación con el mundo que les rodea a través de los vínculos que se
establecen.
En definitiva, en la
personalidad de cada uno /a en la construcción de la identidad particular:
existe un peso crucial de la tradición cultural a la que se pertenece. De los
paradigmas. Valores y creencias que son asimilados de forma temprana e inconsciente.
También intervienen la manera decisiva de la estructura social en la que se vive,
su organización jerárquica, y el sexo que se tiene al nacimiento. Porque este
marca de manera definitiva la pertenencia a uno de las dos subculturas
perfectamente diferenciadas y ligadas entre si, la subcultura masculina y la
subcultura femenina.
Esta estructura de
diferenciación no es permanente, sino que pasa por momentos de crisis y cambios
más o menos acusados donde la persona puede conocer otros valores o antivalores otra forma de actuar diferentes
a la suya que le pueden posibilitar otros comportamientos, otras formas de actuar.
Formación de los hombres violentos

madre e
incluso ellos también los recibieron, y ahora de casados hacen lo mismo con su
esposa e hijos, los hombres son unos
hombres cobardes que desfogan todas sus frustraciones en sus esposas,
pero serían incapaces de hacer lo mismo con otro hombre.
Es un tema
que requiere de concientizar a la mujer para que no lo permita, para que acuda
a donde corresponda y consiga llevarlo a prisión, cuando las mujeres golpeadas
aprendan que eso no se debe aceptar, que eso no es amor, que esos individuos no
merecen ser perdonados luego del primer golpe, se termina definitivamente con
ellos.
Los hombres
que golpean es porque son machistas creen que ellos no se les puede reclamar
nada ellos hacen y deshacen porque son egoístas piensan que ellos pueden hacer
lo que quieren.
Según el modelo de familia patriarcal es el hombre el que
asegura “el orden” y un ingreso mayor; la tarea de la mujer es dedicarse a
organizar la vida del hogar y mantener la armonía afectiva.
Capitulo II
Violencia
masculina
Violencia contra la mujer

La violencia de la mujer o de género
es aquella que, con diversas formas, tiene como Principales víctimas a las
mujeres de todas las edades. Y existe consenso en que la Prioridad de las
acciones preventivo asistenciales contra dicha violencia debe estar Dirigida
hacia la protección, la dignificación, el empoderamiento y el logro de Autonomía
de las mujeres para que puedan vivir en paz, justicia e igualdad.
La función de la violencia contra las mujeres es mantener la jerarquía que
sirve de base para la sociedad patriarcal. Sus diferentes manifestaciones
(tanto en las relaciones personales como a nivel de la sociedad) emanan de una
escala de valores sexistas.
La función del sexismo es fortalecer las estructuras del poder patriarcal
aduciendo unas diferencias deducidas de estereotipos de género. (Si un hombre,
por ejemplo, no quiere compartir la educación de los hijos alegando que es cosa
de las mujeres, no sólo elude su deber y fortalece los estereotipos, sino que
asegura su poder: será la mujer que faltará del trabajo, que no podrá hacer una
carrera, que pasará años en casa con permiso de maternidad, que tendrá menos
posibilidad de promoción, tendrá un salario más bajo, por lo cual
económicamente dependerá de su marido.)
La discriminación
política, institucional y profesional de las mujeres, el acoso y la violencia
sexual, la prostitución y el tráfico de mujeres, la explotación del cuerpo
femenino como objeto de consumo, la segregación religiosa, y por supuesto todas
las formas de maltrato físico, psíquico, social y sexual causan enormes daños,
a menudo amenazan la vida de las víctimas, y sin duda afianzan el poder
masculino sobre las mujeres.
La violencia contra las mujeres se distingue de la violencia en general,
por ser una violencia estructural, es decir, coincide con las normas y los
valores sociales y culturales vigentes. Por esta razón, la violencia doméstica
aparece como normal y menos grave de lo que en realidad es, y por eso no se
condena de modo tan contundente como las otras formas de la violencia.
Cuesta aprehender como violencia fenómenos cotidianos que forman parte de
la cultura dominante. No se considera maltrato darle al hijo un azote en el
pompis. No se considera explotación o violencia económica que un hombre
disponga de tiempo libre a costa de su pareja que es la que hace todo el
trabajo doméstico.
Es más fácil reconocer la violencia
si nos fijamos en cómo afecta a la víctima, y no en la intención que se
atribuye al hombre o si éste es consciente de los malos tratos.
Las
Naciones Unidas definen la violencia contra la mujer como «todo acto de
violencia basado en el género que tiene como resultado posible o real un daño
físico, sexual o psicológico, incluidas las amenazas, la coerción o la
privación arbitraria de la libertad, ya sea que ocurra en la vida pública o en
la privada.
La
violencia contra la mujer adopta formas diversas, incluidos la violencia en el
hogar; las violaciones; la trata de mujeres y niñas; la prostitución forzada;
la violencia en situaciones de conflicto armado, como los asesinatos, las
violaciones sistemáticas, la esclavitud sexual y el embarazo forzado; los
asesinatos por razones de honor; la violencia por causa de la dote; el
infanticidio femenino y la selección prenatal del sexo del feto en favor de
bebés masculinos; la mutilación genital femenina y otras prácticas y
tradiciones perjudiciales.
La
violencia contra la mujer, sea violencia de pareja o violencia sexual, o
cualquier otra clase de violencia o micro violencia constituye un importante
problema de salud pública y una violación de los derechos humanos.
En un
estudio realizado por la OMS en varios países, entre un 15% y un 71% de las
mujeres refirieron haber sufrido en algún momento violencia por parte de su
pareja. Las cuales como resultado producen problemas de salud física, mental,
sexual, reproductiva y de otra índole, y pueden aumentar la vulnerabilidad a la
infección por el VIH.
La
violencia a la mujer tiene ciertos factores que permiten la continuidad y no
permiten que esta cese por ejemplo: el bajo nivel educativo, la exposición al
maltrato en la infancia o a actos de violencia entre los padres, el consumo
nocivo de alcohol, las actitudes de aceptación (las mujeres lo defienden al
hombre refieren que este no le agrede sino que refieren que ella es una torpe y
se golpeó sola), aceptación de la desigualdad de género.
Clases de violencia
La violencia en la pareja puede aparecer en varias formas: desde violencia verbal
a violencia sexual. He aquí algunos ejemplos de la variada oferta de los diferentes
tipos de malos tratos:
Amenaza a la pareja con maltratarla, pegarla, llevarse a los niños,
suicidarse. Despreciarla, burlarse de ella, dejarla en ridículo (por ejemplo,
por su religión o por su procedencia).
Intimidación
Tirar y romper objetos valiosos de la mujer, dar puñetazos, amenazar con
una pistola o con otra arma, comportarse de manera que causa temor (gritar,
gesticular), someterla a un interrogatorio hostil, conducir de forma temeraria.
Violencia psíquica
Negar cosas importantes, castigar a la mujer con silencio, pero al mismo
tiempo mantenerla bajo control, mostrarse extremadamente celoso, destruir su
autoestima de manera sistemática, poner en duda sus decisiones independientes,
o incluso anularlas.
Culpabilizarla por todo, incluso por
su propia violencia contra ella, poner en duda los sentimientos y las vivencias
de la mujer (sobre todo en cuanto a la gravedad de los malos tratos), no estar
dispuesto a hablar sobre los problemas, incluso cuestionar su existencia.
Aislamiento
Dirigir los actos de la mujer, qué puede hacer y qué no, con quién puede
verse, hablar, qué sitios frecuentar, qué ponerse. Prohibirle tener amistades
fuera de casa, mantener la relación con su familia, tener trabajo, ingresos o
dinero efectivo.
Privarla del uso del teléfono, acompañarla a todas partes, tenerla bajo
control continuamente, en casa, en el trabajo, en la escuela, registrar sus
bolsillos, el bolso, su móvil, sus correos electrónicos.
Violencia física
Empujones, bofetadas, puñetazos o patadas. Pegarla, intentar asfixiarla,
tirarle del pelo, morderla, zarandearla, causarle quemaduras, amenazarla o herirla
con un arma (por ejemplo, con un cuchillo, cuchilla de afeitar, arma de fuego u
objeto pesado).
Violencia sexual

Negación de los derechos
básicos y las exigencias elementales de la mujer, limitación de su libertad de
movimiento Impedir a la mujer tener
una vida privada independiente de él, mantenerla encerrada, echarla de casa,
atarla, privarle de comida, de bebida o de la higiene diaria, esconderle sus
medicamentos, o quitarle los medios para conseguirlos, impedir que la mujer use
medios anticonceptivos.
Violencia económica

Chantajearla con la empresa que está a nombre de los dos. Poner en cuestión
lo justificado de los gastos cuando la mujer le pide dinero, mientras que él
dispone libremente de sus ingresos.
Las formas de violencia arriba mencionadas, generalmente se suceden y se
entremezclan siguiendo un guión parecido. Esto demuestra que la forma de la
violencia y su desarrollo no depende del carácter y de la personalidad del
hombre que ejerce violencia en la pareja, sino del objetivo de la violencia.
Éste es siempre el mismo: mantener a la mujer bajo control.
La violencia es cada vez más intensiva en una relación de pareja: desde
burlarse de la mujer, ejercer maltrato verbal, amenazar, dar empujones, bofetadas
y patadas, romper huesos, provocar quemaduras, violar, hasta matarla. A menudo
el proceso no sigue una línea recta, sino es cíclico.
v Violencia del sexo masculino contrala mujer en su ciclo de vida
FASE
|
TIPO DE VIOLENCIA
|
Pre-natal
|
Abortos selectivos según el sexo; efectos
sobre el recién nacido de la violencia durante el embarazo.
|
Infancia
|
Infanticidio femenino; abuso físico, sexual
y sicológico.
|
Adolescencia y vida adulta
|
Violencia durante el cortejo y el noviazgo
(por ejemplo: alteración de bebidas y violaciones); sexo forzado por razones
económicas (por ejemplo: niñas estudiantes que tienen relaciones sexuales
con adultos a cambio de
favores); incesto; abuso sexual en el sitio de trabajo; violaciones;
acosamiento sexual; prostitución y pornografía
forzada; tráfico de mujeres; violencia conyugal; violación marital; abuso y homicidio;
homicidio conyugal; abuso sicológico; abuso de mujeres discapacitadas;
embarazos forzados.
|
Vejez
|
Los ciclos de la violencia
Algunas relaciones de maltrato se caracterizan por tres fases fácilmente
distinguibles: en la primera se acumulan las tensiones, en la segunda estalla
la violencia, en la tercera el hombre violento muestra arrepentimiento.
En la fase de la acumulación de las tensiones los altercados son cada vez
más frecuentes y graves. En el auge de la tensión estalla la violencia, lo que
hace disminuir la tensión.
Después del estallido el hombre violento muchas veces muestra
arrepentimiento, pide perdón, se comporta de manera cariñosa y afectiva. Este
último comportamiento a menudo despierta en la víctima esperanza e ilusiones de
que la pareja violenta cambiará y nunca más la maltratará.
No obstante, los ciclos de violencia se repiten una y otra vez. Es más, los
ciclos se repiten cada vez más asiduamente: los estallidos de la violencia se
hacen más frecuentes y más brutales, muchas veces con consecuencias
catastróficas. Los límites de las tres fases se borran, y con los años la fase
del arrepentimiento se desaparece.
Capitulo III
Actitudes del sexo masculino ante la
violencia
Culpabilizacion
Una de las fuentes más importantes de la aceptación
social de la violencia contra las mujeres es la Culpabilizacion de las víctimas
basada en falsas creencias y malinterpretaciones.
Sobre la violencia contra las mujeres existe una larga lista de prejuicios
y falsas creencias que culpabilizan a la víctima y justifican el comportamiento
de los hombres que ejercen violencia en la pareja.
Estos prejuicios forman parte de la
cultura, presente no sólo en las conversaciones en la barra con la caña en la
mano, o en los refranes, sino a todos los niveles.
”Es cierto que los hombres prefieren dar una bofetada, y
así evitar agredir psíquicamente”
Este razonamiento aparece casi siempre en todas
las conversaciones que abordan el tema de la violencia. Sin embargo, no
se debe olvidar que la violencia
física siempre va acompañada por la violencia psíquica.
No hay
hombre que ejerce violencia en la pareja sin ejercer una, o muchas veces
varias formas de maltrato psíquico. O sea que la arriba mencionada equiparación
no es válida: cuando el maltrato llega a ser tan violento que el entorno se ve
obligado a reconocerlo, la mujer maltratada ya hace tiempo que no está en
posición para “devolverle los malos tratos” a su pareja.
Confunde la
agresividad: un rasgo controlable que se encuentra en
ambos géneros, y que a menudo es una reacción de (auto)defensa contra algo con
la violencia, que es un método sistemático para mantener una situación de
poder.
Mide fenómenos
formalmente similares con la misma medida. Usar la misma medida en el caso
de personas que se encuentran en situación de desigualdad maltratador y víctima, no es otra cosa que
discriminación, otro truco más para mantener el poder.
Oculta el hecho que ejercer violencia es una decisión, y
que la base de la violencia doméstica no es la agresividad o la pérdida del
control, sino la falta de tolerancia a la igualdad.
Mitos sobre la violencia de los hombres
Los mitos sobre los hombres que ejercen violencia en la pareja y los
razonamientos que sirven para justificar su actitud y eludir la responsabilidad
personal, impiden del mismo modo que la Culpabilizacion de las víctimas
reconocer la naturaleza real de la violencia contra las mujeres.
v
“Los hombres violentos
son unos enfermos”
La proporción de enfermedades mentales es la misma entre los hombres que
ejercen violencia en la pareja que entre la población total. Además, si uno
está tan enfermo que no puede controlar sus acciones, tampoco sabrá decidir
qué, cuándo, dónde y contra quién debe “perder los estribos”, o qué parte del
cuerpo debe pegar para que no sean visibles las consecuencias de la paliza, y
que no puedan echarle la culpa. Para la mayoría de los hombres que ejercen
violencia en la pareja no es difícil controlar estos criterios.
v
“Actúan
bajo el efecto del alcohol o drogas”
Este argumento más que describir las razones de los malos tratos, refleja
cómo la “virtud” varonil de beber ha llegado a formar parte de la cultura
general y de una argumentación pseudocientífica.
Es bien conocido lo diferente que es la valoración del alcoholismo en caso
de un
Hombre o de una mujer. Merece la pena reflexionar sobre ¿por qué la cultura
acepta como atenuante en caso de violencia contra las mujeres lo mismo, que en
otros actos, que ponen en peligro la integridad personal de otros (ejemplo:
conducir bajo efectos del alcohol) es un agravante? O reflexionemos sobre el
hecho de que mucha gente permanece igual de apacible bajo los efectos del
alcohol o las drogas.
Siendo así ¿qué tienen en común los que se ponen violentos? En caso de la
violencia contra las mujeres, ¿por qué la sociedad no aplica la observación
aceptada y confirmada por los científicos de que el alcohol y las drogas no
distorsionan la personalidad sino que refuerzan tendencias ya existentes? Los
hombres que ejercen violencia en la pareja beben para pegar, y no pegan porque
han bebido.
v “Son personas incapaces de integrarse”
Se da el caso, pero es más bien una excepción. Los hombres que ejercen
violencia en la pareja están generalmente bien adaptados a su entorno. Muchos
de ellos incluso son considerados encantadores (igual de encantadores que se
muestran con su pareja al principio de la relación, antes de “tenerla”).
Muchos de ellos son personajes muy conocidos, modelos para otros, y a menudo
pueden contar no sólo con la comprensión de las autoridades, sino con la de la familia
de su víctima.
v
“Es que
nacen así”
La historia de la psicología es un vaivén constante entre la explicación
biológica del comportamiento humano versus la explicación social.
Aunque hoy en día predomine la explicación biológica, un sinfín de
investigaciones prueba que la violencia (al igual que los papeles de género) es
un comportamiento adquirido.
Es más: las explicaciones biológicas son contradictorias. Por ejemplo,
según un estudio reciente los hombres que dieron altos niveles de testosterona
habían participado en muchos incidentes agresivos en el pasado, pero no porque
un alto nivel de testosterona (la así llamada “hormona masculina”) produzca
agresividad, sino porque un comportamiento agresivo repetido durante un largo
periodo de tiempo incrementa la secreción de testosterona en el cuerpo, tanto
en hombres como en mujeres.
(Muchas veces parece que ni los
expertos convencidos del biologismo confían sólo en los genes, sino que intentan
proteger a sus propios hijos de influencias que “promuevan” ciertos comportamientos
sociales, como por ejemplo la homosexualidad).
v “Eso es lo que aprendieron”
A pesar de que las explicaciones biológicas estén de moda, la mayoría de la
gente considera que los malos tratos son un comportamiento aprendido,
especialmente probable si el maltratador fue testigo o víctima de violencia en
su infancia.
Hay mucho de cierto en esta opinión. Sin embargo, quedarnos únicamente con
esta explicación no tiene en cuenta que también en la infancia de los maltratadores
había casi siempre personas, en primer lugar mujeres, que podían haber servido de
modelos de comportamiento no violento.
Lo que pasa es que niños y hombres adultos no suelen copiar comportamientos
de mujeres. ¿Porque los hombres y los niños no se identifican con los modelos
de relación “femeninos”? Analizar esta cuestión podría llevarnos más a entender
que los verdaderos motivos de los malos tratos están en el sexismo, o sea la
alianza de los prejuicios contra las mujeres con el poder.
v
“Son analfabetos
emocionales”
Los malos tratos a menudo se explican por los problemas personales de los
hombres, su falta de capacidad para reconocer y expresar sus emociones,
necesidades y deseos.
Cierto: muchos maltratadores tienen pocas habilidades en esta área. También
es cierto que lo que llamamos “masculinidad” causa mucho sufrimiento a los
propios hombres, y esto es lo que hace que el rol tradicional masculino sea ya
de por sí estadísticamente un factor de riesgo para la salud.
Sin embargo, cuando un hombre impone su voluntad sobre una mujer, sabe exactamente
lo que quiere y lo comunica con palabras y acciones. Por tanto, los malos tratos
son realmente un método para expresar emociones y demandas y no la falta de habilidades
de comunicación.
v
“No saben qué hacer con
su ira”
Los malos tratos se explican a menudo por la incapacidad del hombre de
expresar su ira de una manera constructiva. En realidad los maltratadores
utilizan su ira como un arma efectiva que dirigen contra las mujeres u otras
personas más débiles, y no, por ejemplo, contra su jefe o el orden establecido.
Los maltratadores con frecuencia usan su ira como un pretexto. Después de
un arrebato se defienden diciendo que estaban muy enfadados y pueden mostrar
arrepentimiento para no tener que dar cuentas y enfrentarse a los efectos
nocivos de sus acciones.
Los hombres que ejercen
violencia en la pareja sí que expresan emociones, entre otras la ira, y eligen
cuándo y contra quién la dirigen.
La comunicación violenta o la expresión de ciertas emociones de una cierta manera,
en realidad es elemento táctico de los malos tratos y no una explicación de éstos.
El hecho de que los maltratadores elijan dónde y con quién se comporte agresivamente,
indica que los malos tratos no son un problema de comunicación ni una dificultad
para controlar la ira, sino una elección.
No hay ninguna circunstancia que pueda obligar a un hombre a atacar verbal
o físicamente a su pareja. Puede haber circunstancias que aumenten la
posibilidad de que un hombre abuse de su pareja, pero ninguna circunstancia
hace que sea inevitable optar por la violencia. Por ello, son equivocadas todas
las explicaciones que relacionan violencia con la otra persona, por ejemplo con
la comunicación con ella o si ella está provocando o no.
Los hombres son los responsables de elegir la violencia, no las circunstancias.
Por lo tanto tenemos que buscar la explicación de la violencia en las
motivaciones de los hombres que eligen esta opción, y no en razones externas
que los llevan a ser violentos.
Los hombres maltratan porque de esa manera consiguen ejercer poder y
control sobre otra persona. Esta manera de explicar la violencia hace más entendible
los hechos violentos aislados, ya que los sitúa dentro del marco de un comportamiento
más amplio.
Al mismo tiempo, hablar de poder y control se ha convertido en un lugar
común que nos puede hacer perder su visión de un contexto más amplio.
Los malos tratos tienen una función. Esta función es forzar, a corto y
largo plazo, a la mujer a hacer lo que el hombre quiere e impedirla hacer
aquello que al hombre no le complace.
Los hombres eligen maltratar de forma sistemática con el propósito de
mantener el poder y control sobre sus víctimas. Cuando un hombre grita
sistemáticamente para intimidar a una mujer o la ridiculiza continuamente, sabe
el efecto que su comportamiento tendrá sobre la mujer.
Gritar de esta manera causa miedo y sufrimiento a corto plazo, a largo
plazo acaba con su personalidad, y entonces nada impide al hombre de dominarla
y tenerla bajo su control. Los hombres que ejercen violencia en la pareja son
conscientes del efecto de los malos tratos y lo usan de forma intencionada.
Saben que los malos tratos surten efecto, son efectivos y tienen sus
beneficios. Este beneficio pesa más que los sentimientos de culpa que les
provoca su comportamiento.
Esta es otra razón por la que no
dejarán de usarlo. Esto, entre otros motivos, es la razón por la cual un
maltratador, a no ser que intervenga la sociedad, nunca va a dejar de utilizar
esta maña que le permite mantener su posición dominante. Ahora, para que la
intervención de la sociedad sea duradera es necesario rechazar la idea de que
el deber de la mujer sea estar a disposición del género dominante, tanto
directa como indirectamente (por ejemplo, encargándose de la crianza de los
hijos y el trabajo doméstico).
Capitulo IV
Violencia de género ejercida por varones es un problema complejo,
Multideterminado, sobre el que es necesario incidir, pues sino las acciones
contra la violencia de género quedarán incompletas.
Para hacerlo es necesaria una tarea que imprescindiblemente debe destacar
la responsabilidad masculina en su ejercicio y en su contención, con una óptica
de género, y apuntando a la prevención, partiendo de la idea de que la
violencia no es un acto de descontrol, o justificado por razones externas al
varón, sino un mecanismo que, a "sangre fría" o con furor, busca el
control de la mujer, históricamente legitimado para los varones. Este tarea,
que supone un arduo, largo y sostenido trabajo, no puede limitarse sólo a
desarrollar acciones enfocadas a penalizar a los varones que han ejercido
violencia contra las mujeres, o a ayudarlos a detener sus comportamientos .
Se requiere una estrategia articulada y transversal que debe incluir al menos
ciertas medidas imprescindibles para el control y erradicación del problema y
que apuntan a incidir sobre los diferentes factores que generan la violencia.
Estas actuaciones deben estar presentes como marco referencial en cualquier
intervención e implican acciones de cuestionamiento e intento de transformación
de las normativas socio genéricas y otras apuntan a los varones concretos en
los dispositivos educativos y sanitarios con, y deben estar incluidas en un
programa general que priorice la protección de las mujeres víctimas. Ellas son:

Esta vía que apela al uso del poder,
al control, a mantener al inferior en "su" lugar, a dominar al igual,
a la puesta en acción de la agresividad humana contra otras, y a la lógica del
todo/nada, y que supone el fracaso de la palabra, debe intentarse transformar
en otra que tienda al pacto, al consenso y al respeto al otra,potenciando el
poder de las personas y no el poder sobre o contra ellas

Ya que es un atentado a los derechos
humanos de las mujeres y que aunque no es erradicarle totalmente en tanto es
parte de la vida humana, debe ser controlable y considerada socialmente intolerable
y condenable.
Para ello hay que trabajar para disminuir su tolerancia social
visibilizándola en todas sus formas agresivas y dominantes, y no solamente percibirla
en los graves casos que salen en los medios de comunicación, ya que es tanto violencia
el maltrato físico como el abuso de la disponibilidad femenina en el hogar- y
luego establecer mecanismos de condena social y judicial efectiva para quienes
la ejercen. Su visibilizarían permitirá descubrir los diferentes tipos de varones
que ejercen predominantemente una, otra o ninguna forma de estas
violencias (asesinos, violadores, maltratadores, dominantes, micro
machistas, igualitarios).

La democracia en todos los ámbitos, el feminismo y la cultura de la paz son
las bases que deben sostener esta actuación, tendiente a procurar el desarrollo
de estrategias de convivencia igualitaria entre mujeres y varones, respetuosa y
con modos pacíficos de resolución de los conflictos.
Es fundamental en este sentido que los Estados utilicen todos sus recursos
para favorecer la igualdad, disminuir el sufrimiento de la desigualdad y
proteger a las mujeres víctimas de violencia. Esta actuación, por otra parte,
presupone que, para prevenir la violencia masculina legitimada de diversos
modos por nuestra sociedad, es necesario preguntarse en qué etapa se encuentra
nuestra comunidad en relación a la tolerancia y percepción del problema y a la
voluntad política de formulación de políticas globales de prevención. Los pasos
posibles se darán en tanto esta percepción y esta voluntad sean amplias y se
amplíen cada vez más.

Con los que la cultura socializa a los varones. Este modelo, con su énfasis
en la autosuficiencia, la supuesta superioridad
sobre las mujeres y la violencia como estrategia de lograr lo que se desea,
permite creerse a los varones con el derecho a controlar, corregir o castigar a
las mujeres y por tanto favorece el uso eventual de la violencia como
estrategia para ponerlas en "su" lugar si hay conflicto con ellas.
Este modelo, que en algunos aspectos es también dañino para los varones,
propicia asimismo la violencia contra otros varones (los percibidos como
"menos hombres" o contra los iguales) y contra sí mismos (la llamada
triada de la violencia masculina), y es limitador de la propia emocionalidad
masculina.
El propósito de esta actuación es promover que los varones puedan des
identificarse de los valores de dominación y fuerza y alentarlos a que puedan
cambiar. Actualmente pocos varones están por la labor, ya que la violencia y el
dominio están inscriptos en la vida masculina como hábitos naturalizados,
existen pocos modelos alternativos y porque muchos varones viven el
planteamiento de cambio como un ataque y se ponen a la defensiva.
Hay que sortear estos obstáculos para que el modelo pueda redefinirse y para
ello la educación en la no violencia y el no machismo se hace indispensable. El
ámbito familiar, generando una educación en la igualdad, el respeto y la
solución dialogada a los conflictos cobra aquí un papel especial, así como
también la jerarquización social de modelos de varones pacíficos y cuidadosos
que no se definan por su dominación ni su aspectos belicosos o violentos.

reemplazarla por otra que homologue violencia
con delito y masculinidad injusta, cobarde y vergonzosa.

Favorecer la valorización de funcionamientos familiares democráticos,
aprender a gestionar los conflictos a través de la palabra y no de la acción impositiva, así como creación de
motivaciones para el compromiso con el respeto a las mujeres, la paternidad
participativa y con lo doméstico son obligados componentes en estas actividades.

Procurar su detección precoz y una
intervención eficaz. Desde la prevención es básico intentar actuar antes y no
después de situaciones que luego son muy difíciles de resolver.
Comprometer a los varones a romper el silencio corporativo. Evitar que miren para otro lado porque no son las
víctimas ni se consideran agresores. Implicarlos para que no sean cómplices por
denegación de ayuda y por permitir que quienes maltratan se sientan impunes. Y
estimularlos para trabajar junto con
las mujeres en la lucha contra las múltiples formas de abuso, maltrato y
violencia social, sexual y doméstica contra ellas.
Es un buen momento para empezar a
trabajar seriamente en el desarrollo de acciones destinadas explícitamente a
prevenir la violencia masculina y a reeducar a los varones que la ejercen.
Y para hacerlo se hace necesario trabajar en varios ámbitos, desarrollando articuladamente
las varias actuaciones mencionadas priorizando una u otra pero teniendo a todas
como marco referencial. Ámbitos tales como, la escuela, la familia, los medios
de comunicación, las políticas institucionales, la cultura patriarcal con sus
desigualdades de género, la mente masculina, etc. en los que es necesario
actuar distanciándose de la creencia de que poco puede hacerse con los varones
y su violencia. Los varones no son “naturalmente” violentos y por ello pueden
(y deben) cambiar, y se los puede incentivar para que lo logren.
Referencias bibliográficas
ü Felipe Antonio Ramírez Fernández. Violencia
masculina en el hogar. Tercera reimpresión 2004. Editorial pax México
ü Pilar blanco prieto. Violencia contra las mujeres.
Ediciones días de santos
ü
Eva Cserháti Sofía Gutiérrez Dewar. Por Qué Maltrata ?Por Qué Puede
Maltratar? violencia en la pareja responsabilidad de los hombres. Budapest 2005
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