lunes, 19 de noviembre de 2012

contenido de monografia"violencia masculina"








                             


DEDICATORIA

A Dios y a mis  padres que me ayudan a seguir adelante dia a dia me acompañan en mis logros como también en mis fracasos, como también gracias al docente que cada clase nos ayuda a cada una de las mujeres que esta lo más mínimo de las acciones de los hombres tiene escondido un Micromachismos el cual es necesario reconocerlo.




violencia masculina

Índice
Introducción
Objetivos: general y específicos
                                     
Capítulo I: génesis o evolución  de la violencia      
1.    Formación de los hombres violentos  
Capitulo II: violencia masculina
1.    Violencia contra la mujer
2.    Clases de violencia
3.    Ciclos de la violencia
Capitulo III: actitudes del sexo masculino ante la violencia
1.  Culpabilizacion
2.  Mitos sobre la violencia Negar que sea una persona violenta
Capitulo IV: acciones a realizar



Introducción



Desde años atrás nuestra sociedad ha vivido dentro de un caos, ya que los resultados estadísticos del estado solo muestran lo que quieren mostrar, manifiestan que los países han aumentado en población, que la economía ha aumentado pero sin embargo la equidad no existe para cada persona hay familias que dia a dia mueren por hambre, por enfermedades, por violencia en las familias pero esos problemas parece no importarle al estado ya que no contribuye para que estos sean modificados positivamente.
La violencia que los hombres ejercen en las familias es uno de los grandes problemas que acarrean todas las sociedades pero nadie lo toma interés ya que una víctima solo lo da a conocer cuando esta violencia ha llegado a sus límites de la violencia que es la violencia física, ya que para que esta suceda tiene que haber existido muchas clases de violencia que la sociedad es una de las claves contribuidoras que se de la violencia, en el sentido que desde el momento de la concepción de un nuevo ser los diferencia en que es lo que un hombre debe de hacer y qué es lo que una mujer debe de hacer simplemente basándose en el sexo de estos.
Debido a la no preocupación de los servicios encargados de la defensa de la mujer y la contribución de los esteriotipos que tiene la sociedad dia a dia aumenta la morbimortalidad de las mujeres de todas las edades, y por diferentes causas.



 

objetivos: general y específico

*      Objetivo general: determinar cuáles son los factores más comunes que hacen al hombre violento


*      Objetivo específico: identificar las situaciones más extremas de violencia masculina.







Capítulo I

Génesis o evolución  de la violencia

Las actitudes negativas se dan dia a dia en las cada actitud vivencial, la forma de pensar,  sentir, entender el mundo, y el comportamiento peculiar de cada individuo .hombres y mujeres .tienen lugar mediante procesos  que ponen en  juego características biológicas y genéticas en relación con el mundo que les rodea a través de los vínculos que se establecen.
En definitiva, en la personalidad de cada uno /a en la construcción de la identidad particular: existe un peso crucial de la tradición cultural a la que se pertenece. De los paradigmas. Valores y creencias que son asimilados de forma temprana e inconsciente. También intervienen la manera decisiva de la estructura social en la que se vive, su organización jerárquica, y el sexo que se tiene al nacimiento. Porque este marca de manera definitiva la pertenencia a uno de las dos subculturas perfectamente diferenciadas y ligadas entre si, la subcultura masculina y la subcultura femenina.
Esta estructura de diferenciación no es permanente, sino que pasa por momentos de crisis y cambios más o menos acusados donde la persona puede conocer otros valores  o antivalores otra forma de actuar diferentes a la suya que le pueden posibilitar otros comportamientos, otras formas de actuar.

Formación de los hombres violentos
Generalmente el hombre violento se educó en un hogar violento, donde los golpes estaban a la orden del día. Es una necesidad de poder, demostrar que es el macho. “dice amarla", pero ni él se lo cree, eso no es amor de ninguna manera. Pero es verdad cuando dicen que un hombre golpea a la mujer que se deja golpear, porque, ellos saben bien elegir a sus presas.

Los hombres que golpean a las mujeres tienen  problemas psicológicos, ya que estos cuando eran niños, han visto como su padre maltrata físicamente a su
madre e incluso ellos también los recibieron, y ahora de casados hacen lo mismo con su esposa e hijos, los hombres son unos  hombres cobardes que desfogan todas sus frustraciones en sus esposas, pero serían incapaces de hacer lo mismo con otro hombre.
Es un tema que requiere de concientizar a la mujer para que no lo permita, para que acuda a donde corresponda y consiga llevarlo a prisión, cuando las mujeres golpeadas aprendan que eso no se debe aceptar, que eso no es amor, que esos individuos no merecen ser perdonados luego del primer golpe, se termina definitivamente con ellos.
Los hombres que golpean es porque son machistas creen que ellos no se les puede reclamar nada ellos hacen y deshacen porque son egoístas piensan que ellos pueden hacer lo que quieren.
Según el modelo de familia patriarcal es el hombre el que asegura “el orden” y un ingreso mayor; la tarea de la mujer es dedicarse a organizar la vida del hogar y mantener la armonía afectiva.


Capitulo II                                                                                                      

Violencia masculina

Violencia contra la mujer
La violencia contra la mujer es quizás la más vergonzosa violación de los derechos humanos. No conoce límites geográficos, culturales o de riquezas. Mientras continúe, no podremos afirmar que hemos realmente avanzado hacia la igualdad, el desarrollo y la paz.
La violencia de la mujer o de  género es aquella que, con diversas formas, tiene como Principales víctimas a las mujeres de todas las edades. Y existe consenso en que la Prioridad de las acciones preventivo asistenciales contra dicha violencia debe estar Dirigida hacia la protección, la dignificación, el empoderamiento y el logro de Autonomía de las mujeres para que puedan vivir en paz, justicia e igualdad.
La función de la violencia contra las mujeres es mantener la jerarquía que sirve de base para la sociedad patriarcal. Sus diferentes manifestaciones (tanto en las relaciones personales como a nivel de la sociedad) emanan de una escala de valores sexistas.

La función del sexismo es fortalecer las estructuras del poder patriarcal aduciendo unas diferencias deducidas de estereotipos de género. (Si un hombre, por ejemplo, no quiere compartir la educación de los hijos alegando que es cosa de las mujeres, no sólo elude su deber y fortalece los estereotipos, sino que asegura su poder: será la mujer que faltará del trabajo, que no podrá hacer una carrera, que pasará años en casa con permiso de maternidad, que tendrá menos posibilidad de promoción, tendrá un salario más bajo, por lo cual económicamente dependerá de su marido.)

La discriminación política, institucional y profesional de las mujeres, el acoso y la violencia sexual, la prostitución y el tráfico de mujeres, la explotación del cuerpo femenino como objeto de consumo, la segregación religiosa, y por supuesto todas las formas de maltrato físico, psíquico, social y sexual causan enormes daños, a menudo amenazan la vida de las víctimas, y sin duda afianzan el poder masculino sobre las mujeres.


La violencia contra las mujeres se distingue de la violencia en general, por ser una violencia estructural, es decir, coincide con las normas y los valores sociales y culturales vigentes. Por esta razón, la violencia doméstica aparece como normal y menos grave de lo que en realidad es, y por eso no se condena de modo tan contundente como las otras formas de la violencia.

Cuesta aprehender como violencia fenómenos cotidianos que forman parte de la cultura dominante. No se considera maltrato darle al hijo un azote en el pompis. No se considera explotación o violencia económica que un hombre disponga de tiempo libre a costa de su pareja que es la que hace todo el trabajo doméstico.

 Es más fácil reconocer la violencia si nos fijamos en cómo afecta a la víctima, y no en la intención que se atribuye al hombre o si éste es consciente de los malos tratos.
Las Naciones Unidas definen la violencia contra la mujer como «todo acto de violencia basado en el género que tiene como resultado posible o real un daño físico, sexual o psicológico, incluidas las amenazas, la coerción o la privación arbitraria de la libertad, ya sea que ocurra en la vida pública o en la privada.


La violencia contra la mujer adopta formas diversas, incluidos la violencia en el hogar; las violaciones; la trata de mujeres y niñas; la prostitución forzada; la violencia en situaciones de conflicto armado, como los asesinatos, las violaciones sistemáticas, la esclavitud sexual y el embarazo forzado; los asesinatos por razones de honor; la violencia por causa de la dote; el infanticidio femenino y la selección prenatal del sexo del feto en favor de bebés masculinos; la mutilación genital femenina y otras prácticas y tradiciones perjudiciales.
La violencia contra la mujer, sea violencia de pareja o violencia sexual, o cualquier otra clase de violencia o micro violencia constituye un importante problema de salud pública y una violación de los derechos humanos.
En un estudio realizado por la OMS en varios países, entre un 15% y un 71% de las mujeres refirieron haber sufrido en algún momento violencia por parte de su pareja. Las cuales como resultado producen problemas de salud física, mental, sexual, reproductiva y de otra índole, y pueden aumentar la vulnerabilidad a la infección por el VIH.
La violencia a la mujer tiene ciertos factores que permiten la continuidad y no permiten que esta cese por ejemplo: el bajo nivel educativo, la exposición al maltrato en la infancia o a actos de violencia entre los padres, el consumo nocivo de alcohol, las actitudes de aceptación (las mujeres lo defienden al hombre refieren que este no le agrede sino que refieren que ella es una torpe y se golpeó sola), aceptación de la desigualdad de género.


Clases de violencia

La violencia en la pareja puede aparecer en varias formas: desde violencia verbal a violencia sexual. He aquí algunos ejemplos de la variada oferta de los diferentes tipos de malos tratos:

Violencia verbal

 Amenaza a la pareja con maltratarla, pegarla, llevarse a los niños, suicidarse. Despreciarla, burlarse de ella, dejarla en ridículo (por ejemplo, por su religión o por su procedencia).




Intimidación

 Tirar y romper objetos valiosos de la mujer, dar puñetazos, amenazar con una pistola o con otra arma, comportarse de manera que causa temor (gritar, gesticular), someterla a un interrogatorio hostil, conducir de forma temeraria.


Violencia psíquica

 Negar cosas importantes, castigar a la mujer con silencio, pero al mismo tiempo mantenerla bajo control, mostrarse extremadamente celoso, destruir su autoestima de manera sistemática, poner en duda sus decisiones independientes, o incluso anularlas.

 Culpabilizarla por todo, incluso por su propia violencia contra ella, poner en duda los sentimientos y las vivencias de la mujer (sobre todo en cuanto a la gravedad de los malos tratos), no estar dispuesto a hablar sobre los problemas, incluso cuestionar su existencia.

Aislamiento

 Dirigir los actos de la mujer, qué puede hacer y qué no, con quién puede verse, hablar, qué sitios frecuentar, qué ponerse. Prohibirle tener amistades fuera de casa, mantener la relación con su familia, tener trabajo, ingresos o dinero efectivo.

Privarla del uso del teléfono, acompañarla a todas partes, tenerla bajo control continuamente, en casa, en el trabajo, en la escuela, registrar sus bolsillos, el bolso, su móvil, sus correos electrónicos.

Violencia física

 Empujones, bofetadas, puñetazos o patadas. Pegarla, intentar asfixiarla, tirarle del pelo, morderla, zarandearla, causarle quemaduras, amenazarla o herirla con un arma (por ejemplo, con un cuchillo, cuchilla de afeitar, arma de fuego u objeto pesado).

Violencia sexual

Obligar a la mujer a relaciones sexuales, causarle dolor o humillarle durante las mismas, violarla, maltratar sus partes íntimas, u obligarla a tener relaciones sexuales con terceros, hacerle fotos y videos contra su voluntad.


Negación de los derechos básicos y las exigencias elementales de la mujer, limitación de su libertad de movimiento Impedir a la mujer tener una vida privada independiente de él, mantenerla encerrada, echarla de casa, atarla, privarle de comida, de bebida o de la higiene diaria, esconderle sus medicamentos, o quitarle los medios para conseguirlos, impedir que la mujer use medios anticonceptivos.



Violencia económica

 Impedir que la mujer trabaje, o que disponga de dinero por su cuenta, quitársele lo que ella pueda tener, para después proporcionarle cantidades de dinero a su antojo.

Chantajearla con la empresa que está a nombre de los dos. Poner en cuestión lo justificado de los gastos cuando la mujer le pide dinero, mientras que él dispone libremente de sus ingresos.
Las formas de violencia arriba mencionadas, generalmente se suceden y se entremezclan siguiendo un guión parecido. Esto demuestra que la forma de la violencia y su desarrollo no depende del carácter y de la personalidad del hombre que ejerce violencia en la pareja, sino del objetivo de la violencia. Éste es siempre el mismo: mantener a la mujer bajo control.

 La violencia es cada vez más intensiva en una relación de pareja: desde burlarse de la mujer, ejercer maltrato verbal, amenazar, dar empujones, bofetadas y patadas, romper huesos, provocar quemaduras, violar, hasta matarla. A menudo el proceso no sigue una línea recta, sino es cíclico.

v  Violencia del sexo masculino contrala mujer en su ciclo de vida

FASE
TIPO DE VIOLENCIA
Pre-natal
Abortos selectivos según el sexo; efectos sobre el recién nacido de la violencia durante el embarazo.
Infancia
Infanticidio femenino; abuso físico, sexual y sicológico.
Adolescencia y vida adulta
Violencia durante el cortejo y el noviazgo (por ejemplo: alteración de bebidas y violaciones); sexo forzado por razones económicas (por ejemplo: niñas estudiantes que tienen relaciones sexuales con adultos a cambio de favores); incesto; abuso sexual en el sitio de trabajo; violaciones; acosamiento sexual; prostitución y pornografía forzada; tráfico de mujeres; violencia conyugal; violación marital; abuso y homicidio; homicidio conyugal; abuso sicológico; abuso de mujeres discapacitadas; embarazos forzados.
Vejez
"Suicidio" forzado y homicidio de viudas por razones económicas; abuso físico, sexual y sicológico.


Los ciclos de la violencia


 Algunas relaciones de maltrato se caracterizan por tres fases fácilmente distinguibles: en la primera se acumulan las tensiones, en la segunda estalla la violencia, en la tercera el hombre violento muestra arrepentimiento.

En la fase de la acumulación de las tensiones los altercados son cada vez más frecuentes y graves. En el auge de la tensión estalla la violencia, lo que hace disminuir la tensión.

Después del estallido el hombre violento muchas veces muestra arrepentimiento, pide perdón, se comporta de manera cariñosa y afectiva. Este último comportamiento a menudo despierta en la víctima esperanza e ilusiones de que la pareja violenta cambiará y nunca más la maltratará.

No obstante, los ciclos de violencia se repiten una y otra vez. Es más, los ciclos se repiten cada vez más asiduamente: los estallidos de la violencia se hacen más frecuentes y más brutales, muchas veces con consecuencias catastróficas. Los límites de las tres fases se borran, y con los años la fase del arrepentimiento se desaparece.









Capitulo III

Actitudes del sexo masculino ante la violencia

Culpabilizacion  

Una de las fuentes más importantes de la aceptación social de la violencia contra las mujeres es la Culpabilizacion de las víctimas basada en falsas creencias y malinterpretaciones.

Sobre la violencia contra las mujeres existe una larga lista de prejuicios y falsas creencias que culpabilizan a la víctima y justifican el comportamiento de los hombres que ejercen violencia en la pareja.

 Estos prejuicios forman parte de la cultura, presente no sólo en las conversaciones en la barra con la caña en la mano, o en los refranes, sino a todos los niveles.

”Es cierto que los hombres prefieren dar una bofetada, y así evitar agredir  psíquicamente”

Este razonamiento aparece casi siempre en todas las conversaciones que abordan el tema de la violencia. Sin embargo, no se debe olvidar que la violencia física siempre va acompañada por la violencia psíquica.

 No hay hombre que ejerce violencia en la pareja sin ejercer una, o muchas veces varias formas de maltrato psíquico. O sea que la arriba mencionada equiparación no es válida: cuando el maltrato llega a ser tan violento que el entorno se ve obligado a reconocerlo, la mujer maltratada ya hace tiempo que no está en posición para “devolverle los malos tratos” a su pareja.


Confunde la agresividad: un rasgo controlable que se encuentra en ambos géneros, y que a menudo es una reacción de (auto)defensa contra algo con la violencia, que es un método sistemático para mantener una situación de poder.

Mide fenómenos formalmente similares con la misma medida. Usar la misma medida en el caso de personas que se encuentran en situación de desigualdad  maltratador y víctima, no es otra cosa que discriminación, otro truco más para mantener el poder.

Oculta el hecho que ejercer violencia es una decisión, y que la base de la violencia doméstica no es la agresividad o la pérdida del control, sino la falta de tolerancia a la igualdad.


Mitos sobre la violencia de los hombres


Los mitos sobre los hombres que ejercen violencia en la pareja y los razonamientos que sirven para justificar su actitud y eludir la responsabilidad personal, impiden del mismo modo que la Culpabilizacion de las víctimas reconocer la naturaleza real de la violencia contra las mujeres.

v  “Los hombres violentos son unos enfermos”

La proporción de enfermedades mentales es la misma entre los hombres que ejercen violencia en la pareja que entre la población total. Además, si uno está tan enfermo que no puede controlar sus acciones, tampoco sabrá decidir qué, cuándo, dónde y contra quién debe “perder los estribos”, o qué parte del cuerpo debe pegar para que no sean visibles las consecuencias de la paliza, y que no puedan echarle la culpa. Para la mayoría de los hombres que ejercen violencia en la pareja no es difícil controlar estos criterios.


v  “Actúan bajo el efecto del alcohol o drogas”

 Este argumento más que describir las razones de los malos tratos, refleja cómo la “virtud” varonil de beber ha llegado a formar parte de la cultura general y de una argumentación pseudocientífica.

Es bien conocido lo diferente que es la valoración del alcoholismo en caso de un
Hombre o de una mujer. Merece la pena reflexionar sobre ¿por qué la cultura acepta como atenuante en caso de violencia contra las mujeres lo mismo, que en otros actos, que ponen en peligro la integridad personal de otros (ejemplo: conducir bajo efectos del alcohol) es un agravante? O reflexionemos sobre el hecho de que mucha gente permanece igual de apacible bajo los efectos del alcohol o las drogas.

Siendo así ¿qué tienen en común los que se ponen violentos? En caso de la violencia contra las mujeres, ¿por qué la sociedad no aplica la observación aceptada y confirmada por los científicos de que el alcohol y las drogas no distorsionan la personalidad sino que refuerzan tendencias ya existentes? Los hombres que ejercen violencia en la pareja beben para pegar, y no pegan porque han bebido.

v  “Son personas incapaces de integrarse”

 Se da el caso, pero es más bien una excepción. Los hombres que ejercen violencia en la pareja están generalmente bien adaptados a su entorno. Muchos de ellos incluso son considerados encantadores (igual de encantadores que se muestran con su pareja al principio de la relación, antes de “tenerla”).

Muchos de ellos son personajes muy conocidos, modelos para otros, y a menudo pueden contar no sólo con la comprensión de las autoridades, sino con la de la familia de su víctima.


v  “Es que nacen así”
La historia de la psicología es un vaivén constante entre la explicación biológica del comportamiento humano versus la explicación social.

Aunque hoy en día predomine la explicación biológica, un sinfín de investigaciones prueba que la violencia (al igual que los papeles de género) es un comportamiento adquirido.

Es más: las explicaciones biológicas son contradictorias. Por ejemplo, según un estudio reciente los hombres que dieron altos niveles de testosterona habían participado en muchos incidentes agresivos en el pasado, pero no porque un alto nivel de testosterona (la así llamada “hormona masculina”) produzca agresividad, sino porque un comportamiento agresivo repetido durante un largo periodo de tiempo incrementa la secreción de testosterona en el cuerpo, tanto en hombres como en mujeres.

 (Muchas veces parece que ni los expertos convencidos del biologismo confían sólo en los genes, sino que intentan proteger a sus propios hijos de influencias que “promuevan” ciertos comportamientos sociales, como por ejemplo la homosexualidad).

v  “Eso es lo que aprendieron”

 A pesar de que las explicaciones biológicas estén de moda, la mayoría de la gente considera que los malos tratos son un comportamiento aprendido, especialmente probable si el maltratador fue testigo o víctima de violencia en su infancia.

Hay mucho de cierto en esta opinión. Sin embargo, quedarnos únicamente con esta explicación no tiene en cuenta que también en la infancia de los maltratadores había casi siempre personas, en primer lugar mujeres, que podían haber servido de modelos de comportamiento no violento.

Lo que pasa es que niños y hombres adultos no suelen copiar comportamientos de mujeres. ¿Porque los hombres y los niños no se identifican con los modelos de relación “femeninos”? Analizar esta cuestión podría llevarnos más a entender que los verdaderos motivos de los malos tratos están en el sexismo, o sea la alianza de los prejuicios contra las mujeres con el poder.

v  “Son analfabetos emocionales”

 Los malos tratos a menudo se explican por los problemas personales de los hombres, su falta de capacidad para reconocer y expresar sus emociones, necesidades y deseos.

Cierto: muchos maltratadores tienen pocas habilidades en esta área. También es cierto que lo que llamamos “masculinidad” causa mucho sufrimiento a los propios hombres, y esto es lo que hace que el rol tradicional masculino sea ya de por sí estadísticamente un factor de riesgo para la salud.

Sin embargo, cuando un hombre impone su voluntad sobre una mujer, sabe exactamente lo que quiere y lo comunica con palabras y acciones. Por tanto, los malos tratos son realmente un método para expresar emociones y demandas y no la falta de habilidades de comunicación.

v  “No saben qué hacer con su ira”

 Los malos tratos se explican a menudo por la incapacidad del hombre de expresar su ira de una manera constructiva. En realidad los maltratadores utilizan su ira como un arma efectiva que dirigen contra las mujeres u otras personas más débiles, y no, por ejemplo, contra su jefe o el orden establecido.

Los maltratadores con frecuencia usan su ira como un pretexto. Después de un arrebato se defienden diciendo que estaban muy enfadados y pueden mostrar arrepentimiento para no tener que dar cuentas y enfrentarse a los efectos nocivos de sus acciones.
Los hombres que ejercen violencia en la pareja sí que expresan emociones, entre otras la ira, y eligen cuándo y contra quién la dirigen.

La comunicación violenta o la expresión de ciertas emociones de una cierta manera, en realidad es elemento táctico de los malos tratos y no una explicación de éstos. El hecho de que los maltratadores elijan dónde y con quién se comporte agresivamente, indica que los malos tratos no son un problema de comunicación ni una dificultad para controlar la ira, sino una elección.

No hay ninguna circunstancia que pueda obligar a un hombre a atacar verbal o físicamente a su pareja. Puede haber circunstancias que aumenten la posibilidad de que un hombre abuse de su pareja, pero ninguna circunstancia hace que sea inevitable optar por la violencia. Por ello, son equivocadas todas las explicaciones que relacionan violencia con la otra persona, por ejemplo con la comunicación con ella o si ella está provocando o no.

Los hombres son los responsables de elegir la violencia, no las circunstancias. Por lo tanto tenemos que buscar la explicación de la violencia en las motivaciones de los hombres que eligen esta opción, y no en razones externas que los llevan a ser violentos.

Los hombres maltratan porque de esa manera consiguen ejercer poder y control sobre otra persona. Esta manera de explicar la violencia hace más entendible los hechos violentos aislados, ya que los sitúa dentro del marco de un comportamiento más amplio.

Al mismo tiempo, hablar de poder y control se ha convertido en un lugar común que nos puede hacer perder su visión de un contexto más amplio.

Los malos tratos tienen una función. Esta función es forzar, a corto y largo plazo, a la mujer a hacer lo que el hombre quiere e impedirla hacer aquello que al hombre no le complace.
Los hombres eligen maltratar de forma sistemática con el propósito de mantener el poder y control sobre sus víctimas. Cuando un hombre grita sistemáticamente para intimidar a una mujer o la ridiculiza continuamente, sabe el efecto que su comportamiento tendrá sobre la mujer.

Gritar de esta manera causa miedo y sufrimiento a corto plazo, a largo plazo acaba con su personalidad, y entonces nada impide al hombre de dominarla y tenerla bajo su control. Los hombres que ejercen violencia en la pareja son conscientes del efecto de los malos tratos y lo usan de forma intencionada. Saben que los malos tratos surten efecto, son efectivos y tienen sus beneficios. Este beneficio pesa más que los sentimientos de culpa que les provoca su comportamiento.

 Esta es otra razón por la que no dejarán de usarlo. Esto, entre otros motivos, es la razón por la cual un maltratador, a no ser que intervenga la sociedad, nunca va a dejar de utilizar esta maña que le permite mantener su posición dominante. Ahora, para que la intervención de la sociedad sea duradera es necesario rechazar la idea de que el deber de la mujer sea estar a disposición del género dominante, tanto directa como indirectamente (por ejemplo, encargándose de la crianza de los hijos y el trabajo doméstico).






Capitulo IV

Acciones a realizar

Violencia de género ejercida por varones es un problema complejo, Multideterminado, sobre el que es necesario incidir, pues sino las acciones contra la violencia de género quedarán incompletas.
Para hacerlo es necesaria una tarea que imprescindiblemente debe destacar la responsabilidad masculina en su ejercicio y en su contención, con una óptica de género, y apuntando a la prevención, partiendo de la idea de que la violencia no es un acto de descontrol, o justificado por razones externas al varón, sino un mecanismo que, a "sangre fría" o con furor, busca el control de la mujer, históricamente legitimado para los varones. Este tarea, que supone un arduo, largo y sostenido trabajo, no puede limitarse sólo a desarrollar acciones enfocadas a penalizar a los varones que han ejercido violencia contra las mujeres, o a ayudarlos a detener sus comportamientos .
Se requiere una estrategia articulada y transversal que debe incluir al menos ciertas medidas imprescindibles para el control y erradicación del problema y que apuntan a incidir sobre los diferentes factores que generan la violencia.

Estas actuaciones deben estar presentes como marco referencial en cualquier intervención e implican acciones de cuestionamiento e intento de transformación de las normativas socio genéricas y otras apuntan a los varones concretos en los dispositivos educativos y sanitarios con, y deben estar incluidas en un programa general que priorice la protección de las mujeres víctimas. Ellas son:


*      Cuestionar la violencia como vía válida para la resolución de conflictos:
 Esta vía que apela al uso del poder, al control, a mantener al inferior en "su" lugar, a dominar al igual, a la puesta en acción de la agresividad humana contra otras, y a la lógica del todo/nada, y que supone el fracaso de la palabra, debe intentarse transformar en otra que tienda al pacto, al consenso y al respeto al otra,potenciando el poder de las personas y no el poder sobre o contra ellas

*       Condenar social y legalmente la violencia de género en todas sus formas, sabiendo que esta violencia es fundamentalmente masculina:
 Ya que es un atentado a los derechos humanos de las mujeres y que aunque no es erradicarle totalmente en tanto es parte de la vida humana, debe ser controlable y considerada socialmente intolerable y condenable.
Para ello hay que trabajar para disminuir su tolerancia social visibilizándola en todas sus formas agresivas y dominantes, y no solamente percibirla en los graves casos que salen en los medios de comunicación, ya que es tanto violencia el maltrato físico como el abuso de la disponibilidad femenina en el hogar- y luego establecer mecanismos de condena social y judicial efectiva para quienes la ejercen. Su visibilizarían permitirá descubrir los diferentes tipos de varones que ejercen predominantemente una, otra o ninguna forma de estas
violencias (asesinos, violadores, maltratadores, dominantes, micro machistas, igualitarios).

*      Cuestionar y luchar por transformar las estructuras desigualitarias y autoritarias -desfavorables a las mujeres y a los que tienen menos poder, donde la violencia está enraizada.

La democracia en todos los ámbitos, el feminismo y la cultura de la paz son las bases que deben sostener esta actuación, tendiente a procurar el desarrollo de estrategias de convivencia igualitaria entre mujeres y varones, respetuosa y con modos pacíficos de resolución de los conflictos.

Es fundamental en este sentido que los Estados utilicen todos sus recursos para favorecer la igualdad, disminuir el sufrimiento de la desigualdad y proteger a las mujeres víctimas de violencia. Esta actuación, por otra parte, presupone que, para prevenir la violencia masculina legitimada de diversos modos por nuestra sociedad, es necesario preguntarse en qué etapa se encuentra nuestra comunidad en relación a la tolerancia y percepción del problema y a la voluntad política de formulación de políticas globales de prevención. Los pasos posibles se darán en tanto esta percepción y esta voluntad sean amplias y se amplíen cada vez más.

*      redefinir en todos los ámbitos el modelo y prácticas de la masculinidad tradicional y obligatoria (machista)

Con los que la cultura socializa a los varones. Este modelo, con su énfasis en la autosuficiencia, la supuesta  superioridad sobre las mujeres y la violencia como estrategia de lograr lo que se desea, permite creerse a los varones con el derecho a controlar, corregir o castigar a las mujeres y por tanto favorece el uso eventual de la violencia como estrategia para ponerlas en "su" lugar si hay conflicto con ellas.

Este modelo, que en algunos aspectos es también dañino para los varones, propicia asimismo la violencia contra otros varones (los percibidos como "menos hombres" o contra los iguales) y contra sí mismos (la llamada triada de la violencia masculina), y es limitador de la propia emocionalidad masculina.

El propósito de esta actuación es promover que los varones puedan des identificarse de los valores de dominación y fuerza y alentarlos a que puedan cambiar. Actualmente pocos varones están por la labor, ya que la violencia y el dominio están inscriptos en la vida masculina como hábitos naturalizados, existen pocos modelos alternativos y porque muchos varones viven el planteamiento de cambio como un ataque y se ponen a la defensiva.
Hay que sortear estos obstáculos para que el modelo pueda redefinirse y para ello la educación en la no violencia y el no machismo se hace indispensable. El ámbito familiar, generando una educación en la igualdad, el respeto y la solución dialogada a los conflictos cobra aquí un papel especial, así como también la jerarquización social de modelos de varones pacíficos y cuidadosos que no se definan por su dominación ni su aspectos belicosos o violentos.

*      romper la actual y estrecha asociación entre masculinidad, agresividad y violencia
 reemplazarla por otra que homologue violencia con delito y masculinidad injusta, cobarde y vergonzosa.
*      actividades educativas, preventivas y de sensibilización dirigidas a varones niños, jóvenes y adultos que les permitan involucrarse en la transformación de la (y su) violencia masculina y por tanto de su masculinidad machista- , y en el desarrollo y potenciación de sus comportamientos respetuosos y cuidadosos.

Favorecer la valorización de funcionamientos familiares democráticos, aprender a gestionar los conflictos a través de la palabra y no de la  acción impositiva, así como creación de motivaciones para el compromiso con el respeto a las mujeres, la paternidad participativa y con lo doméstico son obligados componentes en estas actividades.

*      Trabajar en estrategias asistenciales y reeducativas con los varones que cometen violencia, y especialmente con aquellos con riesgo de cometerla o acrecentarla.

Procurar  su detección precoz y una intervención eficaz. Desde la prevención es básico intentar actuar antes y no después de situaciones que luego son muy difíciles de resolver.

Comprometer a los varones a romper el silencio corporativo. Evitar que miren para otro lado porque no son las víctimas ni se consideran agresores. Implicarlos para que no sean cómplices por denegación de ayuda y por permitir que quienes maltratan se sientan impunes. Y estimularlos para trabajar junto con las mujeres en la lucha contra las múltiples formas de abuso, maltrato y violencia social, sexual y doméstica contra ellas.

Es un buen momento para empezar a trabajar seriamente en el desarrollo de acciones destinadas explícitamente a prevenir la violencia masculina y a reeducar a los varones que la ejercen. Y para hacerlo se hace necesario trabajar en varios ámbitos, desarrollando articuladamente las varias actuaciones mencionadas priorizando una u otra pero teniendo a todas como marco referencial. Ámbitos tales como, la escuela, la familia, los medios de comunicación, las políticas institucionales, la cultura patriarcal con sus desigualdades de género, la mente masculina, etc. en los que es necesario actuar distanciándose de la creencia de que poco puede hacerse con los varones y su violencia. Los varones no son “naturalmente” violentos y por ello pueden (y deben) cambiar, y se los puede incentivar para que lo logren.



Referencias bibliográficas

ü  Felipe Antonio Ramírez Fernández. Violencia masculina en el hogar. Tercera reimpresión 2004. Editorial pax México  
ü  Pilar blanco prieto. Violencia contra las mujeres. Ediciones días de santos

ü  Eva Cserháti Sofía Gutiérrez Dewar. Por Qué Maltrata ?Por Qué Puede Maltratar? violencia en la pareja responsabilidad de los hombres. Budapest 2005 









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